Mirando
al sesgo: el cine en el texto borgeano
Por
Martín Francisco Servelli
"[...]
a partir de ese momento empecé a reflexionar más seriamente
que antes sobre la condición de Borges, destinado, obligado
a la universalidad, forzado a ejercitar su espíritu en todas
direcciones, aunque más no fuera para escapar a la asfixia
argentina. Es la nada sudamericana lo que hace a los escritores
de todo un continente, más vivos y diversos que los europeos
del Oeste, paralizados en sus tradiciones e incapaces de salir de
su prestigiosa esclerosis."
EMILE
CIORAN(*)
El
diálogo que entablan el cine y la literatura en la obra de Borges
posee múltiples ángulos de acercamiento, según
se privilegie la práctica cinematográfica emprendida por
el autor en tanto guionista, o se focalicen las diversas adaptaciones
realizadas a partir de sus cuentos, o se analice la práctica
narrativa poniendo el énfasis en la relación con el cine
en tanto modelo formal de la misma, o se atienda a su labor como crítico
cinematográfico. El trabajo fundamental de Edgardo Cozarinsky,
Borges y el cine, propone un recorrido a través de las
distintas instancias enumeradas dividiéndolas en dos grandes
apartados cuyas denominaciones revelan en el retruécano, "Borges
sobre cine" y "cine sobre Borges", una doble dirección
que podemos extender a todos los aspectos que asume la relación
entre cine y literatura en la obra de nuestro autor: si la literatura
interpela al cine lo hace en tanto sujeto y objeto de una interpelación
de sentido inverso.
La
indagación que aquí desarrollamos se propone, partiendo
de las reseñas sobre los films particulares, artículos
y prólogos anexos, deducir una concepción del cine según
Borges (una suerte de ars cinematográfica) que nos sirva
de matriz para constatar su funcionalidad a la labor cuentística
inaugural que Borges lleva a cabo en el suplemento de los sábados
del diario Crítica, promediando la década del 30.
El análisis releva textos de diversos géneros (crítica,
ensayo, cuento) que canalizaron su reflexión en torno al cine,
e intenta conciliar los objetos particulares que atrajeron la atención
del escritor con una hipótesis general sobre el lugar asignado
al cine en el marco de su obra. Hipótesis regida por la premisa
de subsumir los textos aislados a una instancia de comprensión
ideológica que los integre en un sentido conjunto.
La
reseña: un laboratorio estético
Entre
las formas literarias frecuentadas por Jorge Luis Borges, la reseña
bibliográfica ocupa un lugar injustamente relegado. Al menos
en la consideración del autor, la cuantiosa producción
encuadrada en el género no alcanzó merecimiento suficiente
para figurar en la edición de las Obras completas. Sin
embargo las reseñas canalizaron una serie de preocupaciones teóricas
que desmienten la supuesta minoridad de esta forma breve. Sin pretender
elaborar un cuerpo doctrinario sistemático, Borges se sirvió
de las mismas para explicitar un conjunto de ideas literarias que contribuyeron
a definir las líneas generales de una poética propia.
La presencia continua del escritor en los medios de comunicación
masiva, desde su regreso a Buenos Aires en 1921, da cuenta de una intensa
práctica periodística(1)
que alcanzará en el caso del comentario bibliográfico
una particular perfección y dominio del género, al punto
de constituir asimismo uno de los procedimientos narrativos característicos
de la ficción y el ensayo borgeanos.
En
este vasto marco de referencia de la reseña o el comentario literario
podemos incluir las notas sobre cine, como una variante sustancial orientada
por un eje común que se resume en la imagen del laboratorio
estético, y deriva, en el objeto específico del presente
trabajo, en un ars cinematográfica.
En
el ensayo "Una campaña estética. Borges y la narrativa
policial" José Fernández Vega analiza un corpus de
30 notas bibliográficas referidas al género policial,
extraídas de las 208 colaboraciones producidas entre 1936 y 1939
para la sección de letras extranjeras de la revista El Hogar.
Además de considerar la intención teórico-crítica
que asumen las incursiones de Borges en las páginas literarias
de los medios masivos ("un espacio donde edificar, siquiera furtivamente,
una teoría literaria"), Fernández Vega postula una
función pedagógica complementaria:
"Hay
también en estas reseñas una actitud que podría
denominarse pedagógica, en tanto son, a la vez, ejercicios
estéticos y ensayos dirigidos a influir en el gusto popular
mediante la difusión periodística de instrumentos
conceptuales (o quasi-conceptuales) que permiten la valoración
de una literatura de difusión masiva como la policial"(2)
Las
dos líneas que trasuntan las reseñas, la teórico-crítica
y la pedagógica, pueden reconocerse a su vez en las notas cinematográficas
publicadas en Sur entre 1931 y 1945, recopiladas posteriormente
por Edgardo Cozarinsky en Borges y el cine. También allí
la práctica periodística importará el ejercicio
estético y la difusión de instrumentos conceptuales aplicados
a la valoración de "una vasta y compleja literatura, ejercitada
con desempeño feliz en todos los géneros"(3):
Hollywood.
Decálogo
del perfecto cineasta
Los
prólogos constituyen otra de las formas "periféricas"
de la obra de Borges —como las conferencias y los múltiples libros
de conversaciones— elegida para la construcción y difusión
de aspectos formales de su poética. El que antecede a Los
orilleros - El paraíso de los creyentes, los dos guiones
cinematográficos escritos en colaboración con Adolfo Bioy
Casares, data de 1951 y expone una suerte de catálogo preceptivo
de la concepción cinematográfica que sustenta la escritura
de los guiones. Un repaso de los tópicos allí compendiados
servirá para reconocer en las notas sobre cine una serie de constantes
teóricas que estructuran las reflexiones sobre los films particulares.
La
adscripción incondicional al cine clásico norteamericano
orienta gran parte de la producción crítica de Borges
sobre cine, a la vez que circunscribe los objetos particulares de análisis
a esta matriz omnipresente. Tempranamente Borges compuso un esquema
general en donde ubicar a las principales tendencias o escuelas cinematográficas.
A partir de una formulación por momentos dicotómica de
las características propias de la escuela soviética y
de la norteamericana estableció un paradigma referencial que
se completa con las observaciones dirigidas a la producción fílmica
alemana, y más aisladamente a la francesa. La oposición
básica que enfrenta a la filmografía europea con la americana
se funda en el concepto de continuidad. A propósito de
una vindicación de la película argentina La Fuga,
(en contraste con cierta animadversión del autor hacia la
cinematografía nacional), escribe Borges:
"Hay
numerosos films —El martirio de Juana de Arco sigue siendo
el espejo y el arquetipo de ese adulado error— que no pasan de meras
antologías fotográficas; acaso no hay un solo film
europeo que no sufra de imágenes inservibles... La fuga,
en cambio, fluye límpidamente como los films americanos"(4)
La
transparencia y fluidez narrativa, sello indeleble del cine norteamericano,
se corresponde, de más está señalarlo, a un deliberado
manejo de las pautas y convenciones propias del lenguaje cinematográfico,
tal como aparece codificado ya en 1915 por David Wark Griffith en el
film que marca un hito en la evolución del cine, desde su primitivo
carácter de juguete o atracción de feria hacia su forma
artística actual, me refiero a El nacimiento de una Nación(5)
de 1915.
Siguiendo
la descripción que proporciona David Bordwell de la narración
clásica —"una configuración específica de
opciones normalizadas para representar la historia y para manipular
las posibilidades de argumento y estilo"(6)—,
encontramos que es justamente ese conjunto de opciones normalizadas
(convenciones argumentales, construcción de personajes, principio
de causalidad, entre otras) el objeto predominante de la reflexión
crítica de Borges sobre cine. Siendo el protagonista (el personaje
más especificado) el medio o agente causal principal de la narración
canónica, y la causalidad el primer principio unificador, no
extraña que Borges haya dedicado a estos dos elementos una atención
central en sus notas sobre cine. Otro tanto ocurre con la composición
argumental, que Bordwell define de manera concisa y eficaz: "el
argumento consiste en una situación inalterada, la perturbación,
la lucha y la eliminación de esa perturbación" (p.157).
La
aceptación por parte de Borges y Bioy de las "convenciones
del cinematógrafo" a la hora de componer sus guiones en
colaboración constituye el eje del prólogo a los mismos.
Allí plantean un disciplinado manejo de las pautas argumentales
que remite a las lecciones aprendidas de sus directores favoritos:
"El
lector de estas páginas hallará, previsiblemente,
el boy metes girl y el happy ending [...]. Es muy
posible que estas convenciones sean deleznables: en cuanto a nosotros,
hemos observado que los films que recordamos con más emoción
—los de Sternberg, los de Lubitsch— las respetan sin mayor desventaja"(7)
A
propósito del "happy ending" señala Bordwell
que el final clásico no es estructuralmente decisivo, ya que
no representa la conclusión lógica de una serie de acontecimientos,
sino que pude asimilarse mas bien a un epílogo tendiente a celebrar
la estabilidad conseguida por los personajes principales. La comprobación
que suministra remite a las estadísticas: "Es significativo
que, de cien ejemplos al azar de películas de Hollywood, aproximadamente
sesenta acaben con la pareja romántica unida —el tópico
del final feliz, coronado frecuentemente con un beso—". Si bien
la práctica cinematográfica de Borges se orienta de acuerdo
a esta pauta (como atestigua la cita transcripta), la tarea crítica
depara ciertos juicios de valor ambiguo, sino negativo, al mismo respecto,
como aquel que observa el ascetismo argumental del cine norteamericano,
"En efecto, hace muchos años que Hollywood (a semejanza
de los trágicos griegos) se atiene a diez o doce argumentos"(8),
o el comentario tangencial emitido a propósito de la película
Prisioneros de la tierra (de Mario Soffici, basada en relatos
de Horacio Quiroga): "Hay un vigoroso argumento, no contaminado
de cursilería virginal norteamericana"(9).
La
sinopsis argumental constituye otro de los procedimientos característicos
del texto borgeano(10)
que se integra con naturalidad a las reseñas sobre cine. Generalmente
concebidos como ejercicios de reescritura, los resúmenes argumentales
exceden la fidelidad al original con datos añadidos o invenciones
nimias que trastocan el sentido para dirigir la reflexión hacia
los terrenos propuestos por el narrador. Quizá la dedicada a
Citizen Kane ("Un film abrumador") sea la más
ilustrativa. Suscribiendo avant la lettre la primera tesis sobre
el cuento de Ricardo Piglia ("un cuento siempre cuenta dos historias"(11)),
Borges expone sucintamente los dos argumentos de El ciudadano:
"El
primero, de una imbecilidad casi banal, quiere sobornar el aplauso
de los muy distraídos. Es formulable así: Un vano
millonario acumula estatuas, huertos, palacios, piletas de natación,
diamantes, vehículos, bibliotecas, hombres, y mujeres; a
semejanza de un coleccionista anterior (cuyas observaciones es tradicional
atribuir al Espíritu Santo) descubre que esas misceláneas
y plétoras son vanidad de vanidades y todo vanidad; en el
instante de la muerte, anhela un solo objeto del universo ¡un trineo
debidamente pobre con el que su niñez ha jugado!"
La
reducción al absurdo de Kane como coleccionista de objetos, propone
extremar el contraste con el segundo argumento postulado por Borges:
"es la investigación del alma secreta de un hombre, a través
de las obras que ha construido, de las palabras que ha pronunciado,
de los muchos destinos que ha roto". Volviendo a Piglia, y su "Tesis
sobre el cuento" —donde la historia 1, narrada en primer plano,
encubre a la historia 2, construida en secreto— damos con la hipótesis
de que es justamente Borges el introductor de una variante fundamental
al esquema propuesto, la cual consiste en "[...] hacer de la construcción
cifrada de la historia 2 el tema del relato". Del orden propio
del saber del cuentista (su know how) podemos hacer derivar,
entonces, la sagacidad analítica de Borges-crítico-de-cine
a la hora de producir un resumen argumental. También cuando se
reseñe a sí mismo, en el prólogo a Los orilleros
y El paraíso de los creyentes, Borges propondrá
un tema para ambos guiones que ahora podemos identificar con la historia
2 de la tesis de Piglia:
"El
tema de la busca se repite en las dos películas, Quizá
no huelgue señalar que en los libros antiguos, las buscas
eran siempre afortunadas; [...]. Ahora, en cambio, agrada misteriosamente
el concepto de una busca infinita o de la busca de una cosa que,
hallada, tiene consecuencias funestas. K, el agrimensor, no entra
en el castillo y la ballena blanca es la perdición de quien
la encuentra al fin".
Literatura
y cine se interpelan mutuamente en el corpus de las reseñas cinematográficas
en un vaivén continuo que no reconoce una dirección unívoca.
Otro de los tópicos que sustenta lo dicho, lo constituye el lugar
central asignado a la construcción de los personajes en las notas
sobre cine, que trataremos en el próximo apartado. Allí
se revela un hilo rojo que atraviesa sin solución de continuidad
la reflexión literaria y la cinematográfica, estableciendo
un régimen de contaminación mutua que verificaremos más
adelante en la práctica narrativa.
"El
presentador de almas"
En
un artículo publicado en 1929 en el diario La Prensa,
titulado "El cinematógrafo, El biógrafo"(12)
Borges recurre a un término en desuso —biógrafo—
para contraponer, a partir de una formulación etimológica,
al más contemporáneo de cinematógrafo en
una operación que invierte el orden cronológico
al actualizar el término antiguo y remitir el actual a los orígenes
del cine. La distinción apunta a establecer una especificidad
del cine que separa su aspecto técnico o maquínico, de
mera reproducción del movimiento, para centrarse en la recepción
subjetiva del hecho fílmico, esto es, en el espectador: "Biógrafo
es el que nos descubre destinos, el presentador de almas al alma".
Despojado de su esencia cinemática, el punto de vista de la recepción
habilita inmediatamente la comparación con los géneros
literarios ("Novela es presentación de muchos destinos,
verso o ensayo es presentación de uno solo"), comparación
que se extiende a la prueba propuesta para el reconocimiento del biógrafo,
la cual es asimilable a la reacción del lector ante la
literatura de ficción, "la de sentir o no una presencia,
un acuerdo humano". Charlie Chaplin, Emil Jannings y George Bancroft
son convocados en el artículo para ejercer una "vindicación
perfecta del biógrafo", el primero como poeta ("narrador
de sí mismo"), el segundo como novelista múltiple
en su impecable construcción de "caracteres diversísimos,
tan incomunicables entre sí que ni podemos imaginarlos comprendiéndose".
Es
destacable el hecho de que Borges recurra nuevamente a factores vinculados
a la recepción del film a la hora de plantear las propiedades
constitutivas de los personajes. En 1951, en el prólogo que elegimos
para puntear los elementos directrices de la concepción borgeana
del cine, se explayará al respecto:
"También
son convencionales estas comedias en lo que se refiere al carácter
del héroe y de la heroína. [...] son meros sujetos
de la acción, formas huecas y plásticas en las que
puede penetrar el espectador, para participar así en la aventura.
Ninguna marcada singularidad impide que uno se identifique con ellos".
Se
entiende, poniendo en relación la cita con el artículo
de La Prensa, la importancia que reviste la eficacia de la
identificación propuesta que, actores mediante, producirá
esa "escritura de la vida" que se quiere propia del biógrafo.
Las
premisas sugeridas para la construcción de caracteres participan
de una finalidad general que pude resumirse en la descripción
que brinda Bordwell del espectador clásico en su trabajo ya citado:
"En su conjunto, la narración clásica controla el
ritmo del visionado pidiendo al espectador que construya el argumento
y el sistema estilístico en una forma sencilla: construir una
historia denotativa, unívoca e íntegra".
Transcribo
a continuación una serie de citas pertenecientes al corpus de
notas sobre cine, de cuyo conjunto intentaremos deducir los lineamientos
de una teoría del personaje cinematográfico que servirá
para contrastar con la práctica narrativa que inaugura Historia
universal de la infamia:
-"Salvo
la ciega luminosa, que tiene lo extraordinario de la hermosura,
y salvo el mismo Charlie, siempre tan disfrazado y tan tenue, todos
sus personajes son temerariamente normales." (Sobre City
Lights, en "Films".)
-"Hay
personajes que parecen de veras y hay otros disfrazados." (Sobre
Street Scene, en "Street Scene".)
-"Los
personajes son extraordinariamente precisos" (Sobre El bosque
petrificado, en "El bosque petrificado".)
-"Los
personajes —doctores, patoteros y compadrones de 1906— hablan y
viven en función de diferencia con el año 1937. No
existen fuera del color local y del color temporal." (Sobre
Los muchachos de antes no usaban gomina, en "Dos films".)
-"Otro
error, acaso insanable: la intromisión de personajes caricaturales
(en este caso, la directora de la escuelita) que contaminan a los
otros de irrealidad. A los otros y a la historia que los hospeda."
(Sobre La fuga, en "La fuga".)
Un
campo semántico negativo demarca, por exclusión, los límites
que deberían encuadrar al personaje cinematográfico: "normales",
"disfrazados", "caricaturales", "irreales".
Pero normal e irreal parecieran constituir los extremos de un arco de
caracterizaciones que prácticamente agota las posibilidades.
En esta encrucijada, el ensayo sobre Hawthorne ("Nathaniel Hawthorne"),
señalado por Molloy como fuente de la más didáctica
teoría sobre el personaje en el texto borgeano, puede servir
de ayuda para establecer los lineamientos buscados. Refiriéndose
al método narrativo de Hawthorne, que bosqueja una situación
argumental como punto de partida, para luego componer los caracteres
que la encarnen, Borges afirma:
"Ese
método puede producir, o permitir, admirables cuentos, porque
en ellos, en razón de su brevedad, la trama es más
visible que los actores, pero no admirables novelas, donde la forma
general (si la hay) sólo es visible al fin y donde un solo
personaje mal inventado puede contaminar de irrealidad a quienes
lo acompañan"(13)
La
observación final es idéntica a la emitida a propósito
de "la directora de la escuelita" en la cita de más
arriba (correspondiente a la reseña del film La Fuga).
También en la invención del personaje cinematográfico
(que a diferencia del literario atraviesa tres instancias mediadoras:
guionista, director y actor) se juegan aspectos centrales de la eficacia
narrativa de un film, en función de la relación de verosimilitud
que se establezca a partir de un uso apropiado de las convenciones.
Cabe advertir que no se trata en Borges de hacer primar una función
realista para el cine, la crítica a la película de Chaplin,
"City Lights", es ilustrativa de la postura del autor:
"Hay
películas reales [...]; las hay de voluntaria irrealidad:
las individualísimas de Borzage, las de Harry Langdon, las
de Búster Keaton, las de Eisenstein. A este segundo género
correspondían las travesuras primitivas de Chaplin, [...].
City lights no consigue esa irrealidad, y se queda en inconvincente".
(p.28-29)
El
subrayado es mío y resalta la precisión de un término
que corrige al nuestro (verosimilitud) al permitir incluir en su espectro
semántico a las inverosimilitudes legítimas(14)
que también pueden dar sustento a una narración cinematográfica.
Dado
el carácter definitorio que adquiere la construcción de
personajes en la concepción del cine de Borges, parecería
lícito asimilarla a la del personaje novelesco, e inferir de
aquí, que el estatuto genérico de un film es análogo,
en este tópico, al de la novela. El tratamiento otorgado a los
personajes en los cuentos que inauguran la escritura ficcional de Borges
avala lo antedicho, representa una prueba por la inversa. Los cuentos
de Historia universal de la infamia(15)
priorizan los lineamientos argumentales (la trama) por sobre la construcción
exhaustiva del personaje literario. Este último resulta bocetado
mediante la presentación circunstancial de algunos rasgos aislados:
Monk Eastman recorriendo su imperio neoyorkino con una paloma al hombro,
el negro Bogle detenido en cada bocacalle recelando el cruce fatal,
la crencha rojiza de Billy the Kid sobresaliendo en un conventillo plagado
de negros, Kuranosuké, el consejero, revolcado en un vómito
mientras pergeña la venganza. El campo semántico negativo
señalado en la serie de citas con que pretendimos delinear una
teoría del personaje cinematográfico (según Borges)
es perfectamente aplicable a este conjunto de personajes: disfrazados,
caricaturales, irreales.
La
elección y presentación de los personajes biografiados
en HUI no apunta a una familiarización con el lector sino, por
el contrario, a un extrañamiento, de manera tal que la única
coherencia posible sólo pueda darse en la máscara. Los
cambios de nombres, los nombres falsos, la ausencia de "efigies",
la impostura, y el enmascaramiento dominan los relatos. Señala
Molloy en Las letras de Borges, que "el personaje de Borges
rara vez es persona, si actante diseminado en el texto",
no hay un personaje que encarne en una situación que dé
cuenta del texto, sino que hay en los cuentos una "situación
plural", la organización de un argumento.
Vale
para Tom Castro (o Arthur Orton o Roger Tichborne), para Monk Eastman
(o Edward Ostermann o su larga cadena de alias), para la viuda Ching
(o "Brillo de la Verdadera Instrucción"), lo mismo
que para el ciudadano Kane —excepción cinematográfica
que confirma la regla— "Al final comprendemos que los fragmentos
no están regidos por una secreta unidad: el aborrecido Charles
Foster Kane es un simulacro, un caos de apariencias"(16).
Un
género híbrido: la novela cinematográfica
Ya
vimos en el artículo "El cinematógrafo, El biógrafo"
cómo los géneros literarios eran invocados para ejemplificar
la caracterización del biógrafo como "presentador
de almas": finalmente, tanto la novela como la poesía y
el ensayo decantaban, desde el punto de vista adoptado, en un solo género,
ya que "el poeta o escritor de ensayos es novelista de un solo
personaje que es él".
La
asociación de cine y novela puede rastrearse en dos ensayos incluidos
en Discusión(17)
que tratan aspectos narrativos de la literatura, y entablan vínculos
parciales con el arte cinematográfico. El denominador común
de ambos (más allá de la sugerencia del autor en el prólogo
respectivo de agruparlos en un tríptico junto al artículo
"Films") vine dado por un eje de reflexión orientado
a los procedimientos formales de la novela; pero, significativamente,
las conclusiones a las que arriba Borges resultan ser de una aplicabilidad
que excede tanto los límites del género como los de la
literatura. Así la identificación de la causalidad como
problema central de la novelística ("El arte narrativo y
la magia") deriva en la distinción de dos procesos causales,
uno "natural" y otro "mágico", el último
de los cuales resulta procedente "en el relato de breves páginas
y en la infinita novela espectacular que compone Hollywood [...]".
Partiendo de un análisis de los procedimientos de la novela,
Borges enuncia una ley —"Todo episodio en un cuidadoso relato,
es de proyección ulterior"— aplicable al cuento y al cine.
Un desvío similar puede observarse en el ensayo dedicado a la
indagación de los procedimientos por los cuales la novelística
clásica construye su realidad textual ("La postulación
de la realidad"). De los tres modos propuestos (la "notificación
general de los hechos que importan", "imaginar una realidad
más compleja que la declarada al lector y referir sus desviaciones
y efectos", y "la invención circunstancial"),
Borges destaca el tercero por su dificultad y eficiencia, a la vez que
lo declara el menos literario, afirmación que corrobora uno de
los ejemplos suministrados: el de "las novelas cinematográficas
de Josef von Sternberg".
La
ley del hampa (Underworld, 1927) uno de los films de Sternberg
asiduamente citado por Borges con notas de admiración, nos proporciona
un caso de aplicación precisa de este procedimiento, que Borges
define como "pormenores lacónicos de larga proyección",
esto es, momentos privilegiados de una narración que disponen
una concatenación de motivos donde las justificaciones verosímiles
ceden su función a un ordenamiento mágico, "donde
profetizan los pormenores". En una de las escenas iniciales del
film, correspondiente a la presentación de la protagonista femenina,
Feathers (Plumas) —caracterizada por Evelyn Brent—, la cámara
sigue en su recorrido el ingrávido vuelo de una pluma, cuyo camino
aéreo nos lleva directamente al personaje evocado; hacia el final
de la película, el gangster Bull Weed (George Brancroft) conocerá
al salir de la cárcel, por una de esas plumas halladas en su
guarida, que su amante lo ha engañado con su abogado.
Estos
"momentos significativos", así como el énfasis
en determinados gestos y actitudes caracterizan tanto a los primeros
films de Von Sternberg, como a muchos de lo relatos de Borges, a la
vez que sugieren uno de los rasgos destacados de las reseñas
fílmicas, que suelen citar dos o tres escenas definitorias de
la visión del film, planos memorables que fijan la película
en la mente de Borges-espectador(18).
Son gestos que significan entero ya al personaje, ya al texto, y que
no carecen de proyecciones simbólicas. Así una escena
que Borges juzga memorable en el film de Mario Soffici, Prisioneros
de la Tierra, donde "uno de los capangas, desde el caballo,
mata al mensú de un solo balazo lacónico y ni siquiera
vuelve la cabeza para verlo caer" (Cozarinsky, 63), tiene su correlato
literario en el final del cuento "El fin", cuando el moreno,
consumada la venganza contra Fierro, limpia el facón ensangrentado
y se vuelve con lentitud, si mirar para atrás.
Silvia
Molloy, que analiza en detalle el ensayo citado ("La postulación
de la realidad"), afirma que el interés de Borges por el
segundo y tercer modo de postular la realidad, en detrimento del primero,
se debe a que proponen la posibilidad de una notificación particular
del rasgo diferencial, "ese rasgo diferencial elusivo que va quedando
en todo texto de Borges" como un resto inasimilable. La crítica
observa, a propósito de dicho énfasis gestual:
"Ignorar
la carga calculadamente individual de esos gestos, aminorando su
extrañeza, forzándolos a significar de manera unívoca
en la estructura de un relato donde obviamente ya están —con
su inasible extrañeza— es tarea simplista y empobrecedora.
[...]. En esos espacios circunstanciales, a menudo ambiguos si no
inexplicables, se asienta la postulación de la realidad narrativa
borgeana."(19)
Otra
escena de Underworld ilustra eficazmente lo que venimos diciendo:
aquella en que Bull Weed, acorralado por la policía, ante un
inminente tiroteo, hace un aparte para alimentar a un gatito bañando
su dedo en leche y dándoselo a chupar tiernamente. De igual modo
Monk Eastman, prototipo del pistolero convencional de los films de gangsters,
demuestra, en un relato incluido en HUI, su pasión por los animales
(especialmente gatos y palomas): "Los quería individualmente
y solía recorrer a pie su distrito con un gato feliz en el brazo,
y otros que lo seguían con ambición"(20).
Regodeándose en la invención circunstancial, un gato rondará
en la escena final el cuerpo acribillado del malevo neoyorkino.
La
indagación de los procedimientos narrativos del cine por parte
de Borges se orienta en la búsqueda de una economía narrativa,
a través de una sintaxis menos discursiva que la verbal, es decir,
una sintaxis que omita el moroso "tejido conectivo" (la expresión
es de Cozarinsky) propio de la práctica novelística. La
respuesta claramente encuentra su viabilidad en el cine, que al igual
que la memoria procede por imprecisión y selección:
"[...]
el entreverado estilo incesante de la realidad, con su puntuación
de ironías, de sorpresas, de previsiones extrañas
como las sorpresas, sólo es recuperable por la novela, intempestiva
aquí. Afortunadamente, el copioso estilo de la realidad no
es el único: hay el del recuerdo también, cuya esencia
no es la ramificación de los hechos, sino la perduración
de rasgos aislados"(21)
(Evaristo Carriego)
Por
lo dicho, la "novela cinematográfica" representa un
estadio genérico superador, si entendemos el término como
una síntesis de las ventajas narrativas que ofrece el cine a
partir de la práctica específica del montaje(22),
por un lado, y de la invención precisa de personajes propia de
la novela y acorde con el componente biográfico del cine,
por otro. Una solución que incorpora las eficiencias parciales
de cada género.
Crítica
de la crítica
Un
lugar frecuentado por la crítica literaria correlaciona el ejercicio
ficcional que emprende Borges en Historia universal de la infamia
con la reflexión en torno al arte cinematográfico que
llevó a cabo por los mismos años de la publicación
de los cuentos. Los dos prólogos(23)
que anteceden la lectura de estos últimos avalan la operación
con autoridad etimológica (aquella que emana del autor). Pero
muchos de los argumentos invocados para justificar dicha relación
son también aplicables a otros títulos de la bibliografía
borgeana sin que de hecho sea necesario remitirlos al carácter
precursor del cine en Borges. Por ejemplo, uno de los procedimientos
señalados en el prólogo a la primera edición de
HUI, "las enumeraciones dispares", puede remitirse al concepto
de montaje, que permite un enlace de imágenes e ideas que no
necesariamente responden a una lógica causal, o bien puede ser
tratado con independencia de esta analogía y remontar el procedimiento
a su tradición literaria. Pero seguramente el análisis
que ofrece Sylvia Molloy de este procedimiento privilegiado por Borges,
en el capítulo séptimo de su ensayo citado ("El soterrado
cimiento"), sea el más pertinente ya que el mismo recibe
un tratamiento por su funcionamiento particular en el texto borgeano;
ya no se trata de la enumeración per se, sino que, con
Molloy, el procedimiento adquiere un nombre propio, "la enumeración
heteróclita":
"Como
desesperaciones aparentes y consuelos secretos habrán de
considerarse, en su obra, la desarticulación sistemática
y la salteada detención en lo incomunicado, la fragmentación
que enjuicia la prevista sucesividad textual a la vez que socava
la superstición del texto único y definitivo. Borges
cuestiona e inquieta los componentes del destino del hombre como
cuestiona la configuración sintáctica de un texto,
temiendo y conjurando el posible reverso de la heterogeneidad que
propone: un yo, un tiempo, un mundo, un
texto determinados por la severa causalidad".
Lo
antedicho vale como salvedad, mas no invalida la línea de análisis
que conecta cine y procedimientos formales en HUI, la cual es explícita
y verificable. Las sugerentes indicaciones manifiestas en los prólogos
mencionados se comportan, en este sentido, como protocolos de lectura
—el destacado "propósito visual", la señalada
"superficie de imágenes"— que orientan el análisis
crítico. La clave cinematográfica de los cuentos, el procedimiento
por imágenes discontinuas, se declara abiertamente en "El
asesino desinteresado Bill Harrigan": "La Historia (que a
semejanza de cierto director cinematográfico, procede por imágenes
discontinuas) propone ahora la de una arriesgada taberna [...]".
La estructura fragmentaria propuesta para "El atroz redentor Lazarus
Morell" se extiende a los seis cuentos siguientes como una malla
susceptible de aplicarse, con variaciones, en los sucesivos relatos:
"la causa", "el lugar", "los hombres",
"el hombre", "el método". Muchos de estos
fragmentos son presentados por el narrador a la manera de un guión
cinematográfico: "La imagen de las tierras de Arizona, antes
que ninguna otra imagen[...]. En esas tierras, otra imagen, la de Billy
de Kid: el jinete clavado sobre el caballo" ("El asesino desinteresado
Bill Harrigan"); También la introducción de "El
proveedor de iniquidades Monk Eastman" puede ser equiparada a este
formato, funcionando del mismo modo que un plano intercalado —insert—
que anticipa la analogía propuesta entre el compadrito y el gangster:
"Perfilado
bien por un fondo de paredes celestes o de cielo alto, dos compadritos
envainados en seria ropa negra bailan sobre zapatos de mujer un
baile gravísimo, que es el de los cuchillos parejos [...]."
Fragmentación
y elipsis, imprecisión y selección, dominan formalmente
el conjunto de las biografías infames, instaurando un sistema
de remisiones de doble sentido: tanto el lenguaje del cine devela aspectos
narrativos aplicados a la práctica literaria, como los procedimientos
literarios posibilitan una lectura formal del cine(24).
Pero
Historia universal de la infamia puede ser leído desde
otra vertiente crítica que atiende a cuestiones relativas al
campo de la sociología literaria, como ser la edición
y el soporte material de los textos. Recordemos que los cuentos que
integran el libro aparecieron originalmente en el diario Crítica,
en el suplemento sabático denominado Revista Multicolor de
los Sábados, que dirigió Borges junto a Ulises Petit
de Murat entre Agosto de 1933 y Setiembre de 1934. Señala Jorge
B. Rivera los rasgos característicos del periódico aludido:
"Crítica de los años 30 es ágil, sensacionalista,
dinámica, inquieta, sensiblera, demagógica, informada,
amena"(25). La descripción
que proporciona Rivera del suplemento atiende a la multiplicidad de
líneas editoriales que lo componen: Además de la estrictamente
literaria, compuesta por colaboraciones de escritores consagrados del
plano internacional (Swift, Kipling, Chesterton, Wells, entre otros),
reseñas y comentarios bibiográficos, a los que debemos
agregar las colaboraciones de escritores locales (el mismo Borges, Petit
de Murat, Gonzales Tuñon, Norah Lange, etc.), el suplemento ofrece
una línea de sensacionalismo "duro" o "amarillo"
donde las variedades periodísticas (temas parapsicológicos,
curosidades históricas), conviven con relatos exóticos
o truculentos ("las últimas horas de un condenado a morir
en la silla eléctrica"). También encuentran su lugar
en las páginas del suplemento las palabras cruzadas, la historieta,
y las ilustraciones. El conjunto profuso resultante aparece, siempre
según Rivera, "como un sistema ni demasiado ‘intelectual’
ni demasiado ‘profano’; casi como un exacto ‘punto medio’ en el que
cada uno puede encontrar lo suyo y rumiarlo apaciblemente, como pedía
el aviso de Crítica ‘a lo largo de la semana’".
Refiriéndose
expresamente a los cuentos incluidos posteriormente en Historia Universal
de la infamia, además de la habitual puesta en correlación
de procedimientos formales y lenguaje cinematográfico ("[...]
la selectiva ‘diferencia’ de planos, el ‘montaje’ de imágenes
y secuencias, la ‘fragmentación’ del cuadro, la ‘valoración’
de los detalles, etc."), Rivera realiza una vuelta de tuerca más
al remitir estos mecanismos narrativos tanto "a las tiránicas
exigencias de brevedad y expresividad que suele demandar
el periodismo", como a la historieta, en cuanto a la utilización
de cierta óptica fragmentadora, reductora y selectiva. Las dos
asociaciones responden claramente al contexto de publicación
de las falsas notas biográficas, y posibilitan otra entrada
para la lectura de los cuentos.
Pero
lo que aquí me interesa retener del contexto periodístico
en que se gesta HUI es el carácter popular y masivo del diario
Crítica, al que el mismo Borges llegó a calificar
de "escandaloso y sensacionalista". Y no es este el único
dato que relaciona HUI con un soporte editorial popular; la primer compilación
de los cuentos en libro, de 1935, llevará el sello no menos "amarillo"
de la editorial Tor, que por entonces se especializaba en ediciones
baratas y sospechosas de thrillers firmados por autores de "novela
sensacional" (Edgard Wallace, Sax Rohmer, Edgar Rice Burroughs,
entre otros).
La
inserción del escritor de vanguardia en los medios culturales
masivos propicia un cruce de discursos (escritura de elite / diario
de masas) que tiene como correlato el cruce que se produce, en el interior
del texto borgeano, entre la literatura "alta" y los géneros
llamados "menores". Por este camino ingresa el cine en el
corpus heterogéneo de lecturas (y de escritura entendida como
escritura de lecturas) que integran el compuesto discursivo de la poética
borgeana.
La
lectura desviada
Retomemos
por un momento el tríptico de ensayos enunciado en el prólogo
a Discusión, pero esta vez para identificar las series
que pueden armarse a partir de los diversos ejemplos propuestos por
Borges para avalar sus consideraciones narratológicas. El propósito
es advertir cómo el cine se posiciona entre las diversas obras
literarias citadas adquiriendo una entidad que lo equipara con clásicos
consagrados de la literatura universal. En el ensayo de Beatriz Sarlo
dedicado a nuestro autor (Borges, un escritor en las orillas),
la crítica enuncia la hipótesis según la cual la
heterogeneidad de los materiales seleccionados para la producción
ensayística erosiona las jerarquías y los cánones
establecidos para producir un "sistema literario donde la forma
es la democracia de la literatura". El ejemplo que suministra proviene
del ensayo "Elementos de preceptiva":
"Luego
demuestra su argumento mezclando un poco de todo: elige una ‘vulgar
milonga’, el tango ‘Villa Crespo’, unas líneas de Paraíso
perdido de Milton, y algunos versos de Cummings"(26)
De
igual modo podemos confeccionar la serie de los dos ensayos del tríptico:
Gibbon (Decline and Fall of the Roman Empire), Cervantes (Quijote),
Tennyson (Mort D’Arthur), Morris, Larreta (La gloria de Don
Ramiro), Wells, Defoe y Von Sternberg —para "La postulación
de la realidad"—. Morris (The Life and Death of Jasón),
Poe (Narrative of A. G Pym), Chesterton, The Showdown,
La ley del hampa, Dishonored, Joyce (Ulises) —para
"El arte narrativo y la magia"—.
En
el trabajo citado, Sarlo propone una teoría de la literatura
nacional, a partir de Borges, fundada en dos principios: que la literatura
universal es la tradición de la literatura argentina, y que los
marginales (argentinos, americanos) tienen una libertad respecto de
la tradición de la cual no gozan los escritores de naciones culturalmente
dominantes. Con idéntica libertad Borges otorga al cine un lugar
no diferenciado en el contexto de su obra, desestimando cualquier tipo
de distinción jerárquica entre alta cultura e industria
cultural o cultura de masas.
De
manera consistente con la argumentación de Sarlo, Silviano Santiago
postula un entrelugar para el discurso literario latinoamericano
(confrontado con el europeo), cuya contribución a la cultura
occidental vendría dado por "la destrucción sistemática
de los conceptos de unidad y pureza", que se produce
al oponer un trabajo de contaminación a la opresiva superioridad
cultural del modelo central. Frente a este último el "texto
segundo", producido en la periferia, se organiza a partir de una
traición: desarticula y rearticula el modelo de acuerdo con nuevas
intenciones y direcciones ideológicas, ya que "las lecturas
del escritor latinoamericano no son nunca inocentes"(27).
Un entrelugar, entonces, que se sitúa entre la prisión
del modelo y su transgresión, entre la sumisión al código
y su agresión, entre la asimilación obediente y la expresión
que se rebela.
El
movimiento de agresión al modelo original se afirma como una
escritura sobre otra escritura y supone una crítica general al
primero; el ejemplo elegido por el crítico brasileño para
sostener su argumentación es justamente uno de los cuentos de
Borges mas revisitados por la crítica y la teoría literaria:
"Pierre Menard, autor del Quijote". Las hipótesis desplegadas
por Santiago resultan herramientas precisas tanto para la lectura de
HUI (y de la obra de Borges en general, hecha de citas, versiones, repeticiones
y variaciones(28)) como
para formular una conclusión acerca del lugar reservado al cine
en el texto borgeano.
Así
como los capítulos del Quijote reescritos por Menard liberan
la lectura de sus ataduras históricas para producir nuevos significados,
producto de su reinserción en un nuevo contexto de producción,
el acercamiento de Borges al cine pervierte la autonomía estética
de dos sistemas artísticos diferenciados (sus especificidades
expresivas, sus aplicaciones pertinentes), para conjugarlos en un nuevo
discurso orientado por intereses propios. De ahí que un ignoto
film de guerra norteamericano (De regreso, 1937) sirva para producir
una precisa hipótesis crítica sobre el Martín
Fierro, o las pioneras historias de gangsters de von Sternberg iluminen
el espacio mítico del malevaje porteño.
En
este sutil movimiento de conversión, perversión, e inversión,
el cine se revela como materia privilegiada para la constitución
del entre-lugar del texto borgeano en la tradición literaria
occidental.
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Beatriz, Borges, un escritor en las orillas, Buenos Aires, Ariel,
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Notas:
*
Cioran, E.M., Exercises d’admiration, Paris, Gallimard, 1986.
Extractado de Edgardo Cozarinsky, "Borges: un texto que es todo
para todos", Cuadernos de Recienvenido, Nº11, Universidade
de São Paulo, 1999.
1.-
Jorge B. Rivera informa que la dos terceras partes del material incluido
en libros significativos como Inquisiciones (1925), El tamaño
de mi esperanza (1926), El idioma de los argentinos (1928),
Discusión (1932), Historia universal de la infamia
(1935), Historia de la eternidad (1936), Ficciones (1944),
El Aleph (1949) y Otras inquisiciones (1952), apareció
originalmente en diarios y publicaciones periódicas. Véase
al respecto Jorge B. Rivera, Borges y Arlt. Literatura y periodismo,
Bs.As., Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos
Aires, Serie Hipótesis y Discusiones Nº2, 1992.
2.-
José Fernández Vega, "Una campaña estética.
Borges y la narrativa policial", Variaciones Borges, Nº
1, 1996, (p. 42).
3.-
La cita pertenece al artículo "Street Scene"dedicado
al film homónimo de King Vidor. En Edgardo Cosarinsky, Borges
y el cine, Buenos Aires, Sur, 1974 (p.33). Cito en delante de acuerdo
a esta edición.
4.-
"La fuga", op.cit. (p.54).
5.-
Señala al respecto Román Gubern: "Con El nacimiento
de una nación culminaba magistralmente Griffith su carrera
de codificador, empírico y nada teórico, de las leyes
del lenguaje cinematográfico aplicado al desarrollo narrativo
y novelesco". Entre las innovaciones expresivas atribuidas al director,
Gubern releva la estructuración de la acción paralela,
el montaje con raccord (continuidad correcta) de movimientos, la gramática
del encuadre, el plano medio (que corta a un personaje por la cintura),
el jump cut (corte sobre un mismo emplazamiento de cámara
para significar un paso de tiempo), y la composición con profundidad
de campo. En Gubern, Román, Cien años de cine,
Barcelona, Bruguera, 1982.
6.-
David Bordwell, La narración en el cine de ficción,
Barcelona, Paidos, 1996.
7.-
Borges, Bioy Casares, Los orilleros – El paraíso de los creyentes,
Barcelona, Altaya, 1999.
8.-
"Dos films", E.Cozarinsky, op.cit.
9.-
"Prisioneros de la tierra", op.cit.
10.-
El término "texto borgeano" lo adopto del ensayo de
Sylvia Molloy, Las letras de Borges, donde la autora explicita
esta idea de tomar la variada obra del escritor como un todo continuo,
sin parcelamientos: "Las ficciones borgeanas merecen que se las
ubique en su justo lugar: como entonaciones si se quiere nuevas pero
no básicamente distintas del discurso borgeano previo; como entonaciones
tampoco alejadas del discurso borgeano coetáneo o posterior"
en Sylvia Molloy, Las letras de Borges y otros ensayos, Buenos
Aires, Beatriz Viterbo, 1999.
11.-
Ricardo Piglia, "Tesis sobre el cuento" en Crítica
y ficción, Buenos Aires, siglo veinte, 1990.
12.-
La Prensa, Buenos Aires, 28 de Abril de 1929, recopilado en Jorge
Luis Borges, Textos Recobrados 1919-1929, Buenos Aires, Emecé,
1997.
13.-
"Nathaniel Hawthorne", en J.L.Borges, Otras Inquisiciones,
Madrid, Alianza, 1998.
14.-
Refiriéndose a la utilización de la figura alegórica
en el cine Borges señala: "La dosis alegórica, en
el film El bosque petrificado, es tal vez intachable: lo bastante
ligera para no invalidar la realidad del drama, lo bastante presente
para legitimar las inverosimilitudes del drama", en "El bosque
petrificado", op.cit. (p.41.)
15.-
J.L.Borges, Historia universal de la infamia (1935), en Obras
Completas, Barcelona, Emecé, 1996. Abrevio en adelante HUI
y cito por esta edición.
16.-
"Un film abrumador", op.cit.
17.-
J.L. Borges, Discusión (1932), en Obras completas.
18.-
Sobre Street Scene, de King Vidor: "Dos grandes escenas
la exaltan: la del amanecer, donde el rico proceso de la noche está
compendiado por una música; la del asesinato, que nos es presentado
indirectamente, en el tumulto y en la tempestad de los rostros",
en "Street Scene", op.cit, (p.33).
Sobre
El delator de John Ford: "Quiero, sin embargo, destacar
un rasgo eficacísimo: el rasar final de las uñas en la
cornisa, y la desaparición de la mano, cuando al hombre pendiente
lo ametrallan y se desploma", en "El Delator", op.cit.,
(p.36).
19.-
Sylvia Molloy, op.cit, (p.114-115)
20.-
"El proveedor de iniquidades Monk Eastman", en Obras Completas,
(p.312).
21.-
En Obras Completas, (p.105)
22.-
Observa Pablo Brescia: "Borges busca una economía de elementos,
una narración que condense y sintetice, busca ‘editar’ su propia
cinta", en "El cine como precursor: von Sternberg y Borges",
Espacios Nº17, Diciembre 1995.
23.-
"Prólogo a la primera edición" y "Prólogo
a la edición de 1954" en Obras Completas, (p.289
y 291).
24.-
Observa Edgardo Cozarinsky en su estudio preliminar: "Impaciente
ante las servidumbres que la novela parecía imponer al ejercicio
de la ficción, Borges lo aborda por el cultivo de una magia lúcida:
poco importa si guiado por las posibilidades que el cine le develaba
en las narraciones de sus escritores preferidos, o que éstas
le permitían advertir en el cine" (op.cit, p.20)
25.-
Jorge B. Rivera, "Los juegos de un tímido: Borges en el
suplemento de Crítica" en Aníbal Ford, Jorge
B. Rivera, Eduardo Romano, Medios de comunicación y cultura
popular, Buenos Aires, Legasa.
26.-
Beatriz Sarlo, Borges, un escritor en las orillas, Buenos Aires,
Ariel, 1998.
27.-
Silviano Santiago, "El entrelugar del discurso latinoamericano"
en Adriana Amante, Florencia Garramuño, (comps.), Absurdo
Brasil. Polémicas en la cultura brasileña, Buenos
Aires, Biblos, 2000.
28.-
Señala Beatriz Sarlo: "Para Borges (también en su
biografía intelectual) el aprendizaje de la literatura se hace
a partir de la traducción y la versión, que son modalidades
mayores de la producción de textos. Este principio sólo
puede autorizarse en otro: la originalidad no es un valor estético"
op.cit. (p.118).
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