La pregunta que se hace uno muchas veces al ofrecer clases, es el ¿por qué si el fin para el que uno se prepara al ofrecer la clase es tanto en el campo del debate intelectual, si en la mayoría de los casos, lo que uno termina haciendo está más que nada relacionado con el área de reforzar pautas que mantienen la integridad de la clase? Sobre todo basándonos en el área del comportamiento o reacción a diferentes metas que uno plantea a los estudiantes. Uno de los ejemplos que encuentro más difícil es en la participación de foros; por ejemplo, y cuando uno propone enfrentar un debate basado en un tópico particular. En prácticamente todos los casos, me encuentro con el dilema de que los estudiantes, no propone ningún comentario hasta horas antes de la fecha limite para recibir una nota en el foro. La idea es que la participación se vaya generando charlando un cuento por ejemplo, o en la razón de tal o cual situación en la que se encuentra un personaje, y de la producción surgida del comentario de los estudiantes ir construyendo ideas. Con solo 5 participaciones simples uno terminaría satisfecho con la participación del estudiante sin importar el grado de profundidad sino enfocando la nota en el proceso de aprendizaje y en la cantidad de nuevas ideas y aportes que este estudiante puede haber logrado. Una situación similar a la que uno encontraría en un seminario en persona. La idea teoréticamente resulta alentadora pero uno se encuentra con el dilema que los estudiantes, con pocas excepciones, no participan hasta el último momento; lo que imposibilita la construcción de interesantes debates. El resultado termina siendo un mediocre monologo repetitivo en el que un puñado de estudiantes terminan proponiendo algo muy básico y el resto, termina afirmando una idea que es intrascendente. El énfasis pareciera estar más en la nota que en el debate. La pregunta es, ¿cómo cambiar este fenómeno que termina perjudicando al estudiante?
Algunos de los obstáculos pereciera presentarse en una combinación de varios elementos, entre ellos y quizás los más destacados: la necesidad obsesiva de tener una buena nota y cierto grado de inseguridad a la hora de responder. La inseguridad a la hora de responder no propone mucha diferencia con las clases en persona pero la obsesión por la nota, pareciera magnificarse a la hora de producir un documento ya que evoca las características de una composición clásica. Esto se reasegura a la hora de recibir la nota por esa específica participación. Hay que seguramente descontar el problema de ciertos casos, a los que la participación representa un factor irrelevante y evidentemente están intentando terminar el proyecto lo más rápido posible para recibir una nota, indirectamente mostrando no interés en el tópico que se está discutiendo. No he encontrado una sola clase en la que por lo menos uno o dos casos como estos se presenten. En todos estos casos, el estudiante no termina la clase o saca una nota muy baja, y las predicciones sobre sus motivos se hacen evidentes a medida que la clase se va desarrollando. Pero sorpresivamente he encontrado innumerables casos de estudiantes que por la falta de contacto directo, características que la clase online presentan, uno termina asumiendo que pertenecen a la anterior categoría, pero en realidad lo que está pasando es que las dificultades de sobrevivir virtualmente en la clase online son demasiado traumáticas como para poder generar un buen desempeño en esta. La pregunta sería ¿Cómo ayudar a aliviar estas dificultades?