Si
tu voz
me
apela por mi nombre
todos
los sonidos
se
levantan
hay
que ver
lo
bien que suena
así
el
nombre
de
nacer
no
duele
tanto.
Vamos
Adán
Hay
que ponerle
nombre
a las abejas
a
los arroyos grises
y
a los copos
de
nieve.
A
la encina que se llama así:
“encina,
encina”
Y
al maíz doblado por el viento,
una
palabra grave: “movimiento”
Y
cuando nos
cansemos
de
llamar a las cosas
por
su nombre
y
en el séptimo
día
reposemos,
todo
se llama igual
a
su inocencia:
el
bosque simultáneo
de
su bosque,
el
ave en su avedad,
la
rosa,
rosa.
POEMA
9
Una
lengua extranjera
No
es
Un
alfabeto
Morse
De
las grullas
Ni
tampoco
Un
nido
De
cigüeñas
Es
un nido
Para
quien
Cruzó
los dedos
En
la cruz.
Una
golondrina
sola
Puede
cobijarse
en
un dedal
pero
no
dar
cauce
a
su deseo.
Inútilmente
La
canción de cuna
Se
resiste al golpe
De
un bongo.
Una
lengua
Habláme
Pero
con la
Música
hasta
El
cuello.
No
al aturdimiento
Sobre
la canción
Del
asesino
En
la ruta a Shangai
Como
Góngora en la fuente
Habláme.
Pura
sinestesia
Zoo
de cristal.
Una
lengua extranjera
Tiene
siempre
Su
elefante de vidrio,
su
jirafa a pintas
y
una grulla de opalina
Para
ver pasar
y
preguntarse
Si
eso
En
realidad
No
se llama
Cigüeña.
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