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Ismael Gavilán
(Valparaíso, Chile, 1973)

De: Llamas de quien duerme en nuestro sueño

Nocturno

El universo está en la noche
Gerard de Nerval

Ahora nos envuelve algo oscuro y tibio.
Y somos boca en tránsito
en el umbral construido de silencios,
dispuestos al naufragio
como un arco ardiente que se tensa.

Afuera son ruinas el temblor deforme de la luz,
su garganta cercenada que desea percibir
coronas de tierra seca
"Cántico de huesos", dices.
Y nos envuelve el movimiento
agazapados tras todas las ventanas,
alzando catedrales con la desnudez de las estrellas
y sintiendo visiones que nos lamen
al inicio del ahogo:
sacudida de las piedras que forjan aolas con sus pieles
mojando la intimidad de nuestros valles.

Somos la cara de la noche,
sus huéspedes ysus ráfagas;
palabras enhebradas con azote y júbilo
junto a la espuma de las venas
que caen en bosques de interior.

Asombrados vemos el número infinito
que marcamos con tiza en la muralla,
siendo alternancia de los aires en el vientre
que posee nuestra imagen,
sigilosos a la sed,
a las raíces que la luz abandonó,
lúcidos en la escena cambiante de la sombra.

Y el secreto que aceita nuestro rostro
estalla en el trance que sofoca por sus giros
cual sudor de sueños en la bella hondura del banquete:
ahí se distinguen siluetas que sonríen,
nuestros dobles en un mundo erguido
del brillo oscuro de los cantos.

Somos el ojo reluciente
que se apodera de la memoria bautizada de humedad
cuando hojas laten en las manos
gracias al tono majestuoso de los cuerpos.
Nos envuelve algo oscuro y tibio
y somos ser en tránsito
en el umbral construido de silencios.

Rosa de arena (Selección)

·

El color es piel, arena,
pradera oscura que se pierde
en la voz espesa del deseo.
Es sombra prolongada
cuando el canto de los soles
cae rebelde en su fulgor.
Y tú, como presagio de miradas,
estás convocando esa aventura
en la trampa del silencio.
El color es piel, arena, y tú
como arena en los dedos siendo playa,
eres imagen entre párpados danzantes,
sostén del azar vertiginoso,
surtidor de infinita melodía.

·

Soplándote en sonido y apariencia
te deshojas por placer en la fiebre del ocaso,
secreta en la distancia requerida
por el aliento del espejo.
Abierta por la cascada de mis manos
vas siendo dibujada grande y transparente
en la embriaguez del universo.

Así tu sangre a sí misma se comienza
boca
......manos

...........
muslos
..................ojos;

......ser de palabras y relámpago.

De: Fabulaciones del aire de otros reynos

Narciso

Arde el bosque y el invierno.
En su vastedad, el día prodiga señas
de imperios sumergidos.
Y mi rostro, quemado,
es bello sobre el sendero del agua,
principio sombrío de cualquier amanecer.
Alrededor del viejo jardín
sé que los frutos giran calcinados
y que un mirlo ciego abre al aire:
para él todo es resplandor, enigma.
Sólo mi gesto es palabra sepultada
en el estanque desnudo.

Omar Khayan invoca la noche

La oscuridad aparece al descubierto
en el juego acariciado por la música
al danzar como sueño destrenzado
por la secreta luz desvanecida.

Seductora de un antiguo viaje
esculpe en los espejos que atesora
una copa que, radiante, desborde
del vino su misma desnudez.

Sabe convocar sólo con su voz
aquel destello creado como anillo de diamantes
que un doncel risueño robaría
después de sucumbir en lo invisible.

Lenta en su candor, derretida en la sorpresa
prodiga su rocío ennegrecido
como los bellos ojos de un hrí,
alfanje que en verdad sería capaz de destruirnos.

Basora

Crísteis en el engaño
de quien os dio una esperanza.
Fernando de Herrera

Las naves descargaban esencias de Ormuz,
trigo como labios sagrados.
El mar, soplando abandono,
reflejaba al sol de estío entre los capiteles.
Ahí estabas, recién llegada de Cartago
como noche malherida en un reino inexistente:
tu mirar,
tu cuello ataviado con el oro de otros mercaderes,
tus pies descalzos, delatando la yerba
de un templo egipcio, tus pechos de turgente terciopelo,
tu rostro aún altivo frente a la violencia del viaje.
Caía el atardecer y las luces de las naves enrojecían las olas.
El viento dibujaba en las espadas un silencio libérrimo
mientras un etíope te ofrecía una copa de marfil
como si fueras una reina.
Sin duda, mas ¿de dónde?
Tu boca murmuraba por sueños perdidos
a dioses que nunca conocí.
Caía el atardecer
y de a poco un negro estandarte
invadió al puerto como antorcha:
Tus ojos no desembocaron en los míos
y te vi partir en un ocaso indecible
cuando los esclavos gritaban en las jarcias.
Las naves descargaron esencias de Ormuz
y tu ser se convirtió en un flecha
que, ahora, hiere el fulgor celeste.

 

Ismael Gavilán ha publicado los libros LLamas de quien duerme en nuestro sueño (Valparaíso: Ediciones Nuevo Reyno, 1996) y Fabulaciones de aire de otros reynos (Valparaíso: Ediciones Sol Invictus, 1999). Sus poemas han aparecido en diversas antologías de poetas jóvenes chilenos. Actualmente ejerce la docencia en el Instituto de Arte de la Universidad Católica de Valparaíso.

 

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07/20/2002
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