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Edgar O’Hara
(Lima, Perú, 1954)

De: En una casa prestada

Lengua materna

Jamás
le entusiasmó demasiado
la inmortalidad.

Sin embargo aquellas cosas
que le parecían
trascendentales

fueron dichas

—en público
y en privado—

a su debido tiempo.

Procesión (Greenlake)

Los más respetuosos (destos)
........... caminantes

que educadamente mondan
........... su tiempo

alrededor (del charcazo)

cuatro patas tienen y una
............ cola.

 

Linden AV. / 85 St.

Fuera la lluvia un tópico ordinario

pero sin respiro cala mis huesos
(al pie
de la
letra)

en este paradero de autobús

donde (gracias te
sean
dadas
cielo)

ese pez grande salvará al pez chico.

Crústula

A prima vista el amor
.......... no embiste

aunque, rapaz de olfato,
.......... se rinde.

 

De: Hacia qué linderos (Selección)

.

El poema no hace más que modular los ciclos de una vida, argollas de su imagen más fecunda: disposición a la simultaneidad.

Cada perfidia
integra una corriente que va de la quietud a ;a efervescencia. No se repite.
Vuelve, sin embargo, a examinar esa tosca o delicada
manía.

Ni cómo elegir las que perduren.

Anticiparse, sí, a las apariencias del sentido. Tomar las mismas precauciones que en su contra prohíjan las palabras.

¿Cuánto pánico tenerle al diccionario para perdérselo por completo? ¿Cuánto debemos respetarlo para darle el susto definitivo?

Sabor en sus portentos.

.

Miedo a perder el lenguaje. Qué decir, entonces, con ese temor.

¿Oirá la balbuciega un vaticinio menos vago?

Compartir los espacios que arrea la desidia, formas que entorpecen o enriquecen aquella fruición.

Sirvan los cepos. Rejillas de lo simultáneo.

Evocar ese cascabeleo que interfiere y a la vez da cuenta de pálpitos, frustraciones, dudas.

.

Imaginar una voz en el papel y dar con el atisbo de su dicción, como si la elocuencia reclamara una inconsciente caligrafía.

Cada exhalación suelta una gramática en la que el pluscuamperfecto del subjuntivo se mezcla con el potencial y los pronombres reflexivos siguen embarrados de objetos indirectos.

Pero a la boca no acudirá el idioma de reemplazo, ese lastre chicloso que acaso pastea los límites de la representación.

No es lo mismo decir algo sobre una obra que escribir un poema de hable de las maneras buenas o malas de la referencialidad.

Barullo en ciernes casque los fueros inéditos de la lengua.

Interpelado ese contorneo, habría que reducirlo a nostálgica inquietud.

 


Edgar O’Hara ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía: Trayectos para el hereje (Lima: Ediciones del Azahar, 1984), Lengua en pena (México: Fondo de Cultura Económica, 1988), Límites del criollismo (Valdivia, Chile: Paginadura Ediciones, 1991), y En una casa prestada (Lima: Jaime Campodónico editor, 1995) Muy extensa es también su obra ensayística, de la que seleccionamos aquí algunos fragmentos contenidos en su último libro de prosa en ese género, Hacia qué linderos (Lima: Jaime Campodónico editor, 1995) Actualmente es profesor de literatura hispanoamericana en la University of Washington (Seattle)

 

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07/20/2002
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ISSN 1668-1002 / info

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