La
Extranjera
Extranjera I
Una noche
y después una noche más
todo para encontrar tus ojos
y tu llanto embalsamado de existencia.
Esa tu mirada transparente
aquella que los vientos soplan
esa se quedará conmigo.
Tú que me brindas
un océano en tus ojos
dispersarás también
tus sueños en mi canto.
Cómo no sentir el sol
por la ventana de tu alma
esa que me trae un río
de esperanza en tu mirada.
Extranjera II
Dónde estarán tus ojos, extranjera,
mañana con la tarde que te enfrentas
desnuda para alcanzar tu prometido
valle donde han de dormir tus ojos.
Allá te veo como una sombra
sin destino, tus pasos en la aurora,
avanzan en la tierra para procurarse
una tierra imaginaria sin fronteras.
Nada podrás llevar a tus atardeceres
pues nada te dejarán los dueños cuando pasen
rumiando los frutos y el agua
aquello que no podrás beber jamás.
Un día engendrarás como la tierra
una inmensidad, un abismo y un valle.
Entonces ya no podrás huir
a ninguna parte ni sentirte en tierras extranjeras.
La lluvia irrigará tu vientre peregrino
El viento perfilará los senderos que te buscan
El sonido de los ríos acompasará tu marcha
La luz alumbrará tu semblante en la duda.
Extranjera III
No sé qué mares rodearán tus pelos
ni qué augustas noches me recordarán
tu nombre dispersado en las estrellas.
Como un astro espero que salgas de la nada
de aquel polvo universal que miraremos una tarde
desde un belvedere con flores en la sombra.
Extranjera IV
En la noche me ausento de todo
para estar con ella y susurrarle
palabras regadas de mis sueños
aquellos que convergen con los suyos.
Bella extranjera que guardas un secreto
Lo nuestro ha de quedar clavado
en el polvo que rodea el universo
Allí quedarán nuestros amores prohibidos.
Avanzo por este polvo humedecido
para abrazarte una vez más
y no sentir esta cruda soledad
este rumor de multitudes que nos pierden
en la bruma, allá donde no nos han visto
llorar como cuando lloran las piedras de dolor
Sin embargo siento un adiós profundo
clavado en alguna parte de mi ser.
Extranjera V
Quiero ver lo que no veo
la lluvia y el alma de la lluvia
aquella que mojó nuestros cuerpos
huyentes, escurridizos en un bosque.
Hoy me limito solo a imaginarte
desnuda con tus pelos de oro
radiante con tus pelos negros
cansada con tu dolor de madre extranjera.
Allá miro el Condor que no has visto
volar aún con su sombra
por los arriesgados andes
que impacientes nos esperan regresar.
Extranjera VI
Cómo no ser siempre mañana
sólo para verte aparecer
con tu sonrisa y el viento que te sopla
como volando entre las flores.
Cómo no ser tiempo
sólo para ver tu rostro
tanto tiempo imaginado.
Cómo no ser río
para procurarte la hierba
y el alma de la hierba.
Extranjera VII
Quisiera caer a un abismo de ternura
hacia aquel aura que no veo
venir de ninguna parte
a incendiar este páramo que veo.
Extranjera, tú que te acercas
al peligro extraño de mis ojos
tú que me buscas en la nada
tú que despiertas las auroras.
Como una sombra te perfilas
por las noches, inocente y pura,
con tu lluvia a mi desierto.
Extranjera VIII
No guardo flores ni recuerdos
hoy que me alejo por un sueño
bella extranjera, para encontrarte
en alguna parte por este otro largo
sueño que me espera.
Tal vez allá en la profunda noche
habrá un faro para guiar
nuestros olvidados amores
por los ruidosos mares que cruzamos.
Extranjera IX
Entonces ser un camino
sólo un camino dispersado
entre mares y montañas.
Allí descansaremos, bella extranjera
sobre la fresca hierba
a orillas del tiempo y del olvido.
Las golondrinas sin dudar
se asomarán por la ventana de tus ojos.
Y yo impaciente miraré brillar
los lagos y tus pelos con el sol.
Extranjera X
Cómo no distinguir tu voz
extranjera, entre tanta forma
fugitiva, tú que llevas una herida
profunda en cada pecho.
Cómo no recordar tus huellas
en el polvo, este que forma nubes
cuando pasan los dueños
a sus luminosas casas donde nadie los espera.
Cómo no querer tocar tu dorada
cabellera, esa que juega con el aire
y también con las sombras de la noche.
Cómo no acercarse cada tarde
a la ventana de tu alma
y mirar desde allí todo el universo.
Extranjera XI
Nada me cansa hoy cuando te miro
voltear una esquina
cruzar una calle
alejarte hacia mí.
Fugazmente sales
y vuelves
y vuelves a salir
para reunirte conmigo en un parque.
Llegas traída por un aire
ese que respiran las piedras
allá en las montañas y los campos
allá en los desiertos y los valles.
Sin dejar de ver la llama de tus ojos
sentiré caer la noche en mis brazos
Como una densa lluvia
mis pasos en la arena rodarán contigo.
Extranjera XII
No sé qué rostro darte extranjera,
por cada uno de mis sueños.
Pero aquel que te ponen los dueños
en su casa, ese no cambiará jamás.
Yo busco por un camino la palabra
y en la palabra deseo encontrar un océano
inmenso, donde guardaré
otra palabra en un cofre.
No encerraré tu rostro en los límites
del mar ni en la oscura
suerte que nos depara el destino.
Dibujaré tu sonrisa en los muros
del tiempo, y conservaré
tu mirada en un paisaje inaccesible.
Extranjera XIII
Incansablemente te esperaré en mi puerta
Te alejarás, yo te seguiré en mi barca
Te perderás, yo te buscaré en el polvo
Llorarás, yo te consolaré con una lágrima.
Un día se acabará el tiempo
Un día olvidaremos todo en un cesto.
Extranjera XIV
No son solo sombras los que traen
los vientos cardinales que vemos desde aquí
caer como una lluvia en el polvo del camino.
Son ruidos de cadenas que arrastran
los otros extranjeros, esos que buscan su morada
allá entre las montañas y la nieve.
Nada vemos por aquellos otros ríos
apagados, tenues, viejos
secos como las hierbas en invierno.
Por hoy miremos sin cesar
la hora en la sombra que camina.
Extranjera XV
Un día encontraremos ese largo río.
aquel que perdimos en la infancia
aquel que siempre guardará nuestros amores.
Tú sigues quedándote en la lluvia
y yo, recorriendo por el barro del tiempo
tratando de encontrarte en cada
rayo de luz que abre las puertas de la noche.
No me digas, extranjera, cuánto mar
hemos de cruzar para alcanzar
el huerto prometido y la otra arena
aquella donde sembramos un augusto sueño.
Porfirio
MAMANI MACEDO
Porfirio
MAMANI MACEDO
e-mail
Porfirio
Mamani Macedo
ha nacido en Arequipa (Perú) en 1963. Doctor en Letras en la
Universidad de la Sorbona. Se ha graduado también de abogado
en la Universidad Católica de Santa María, y ha hecho
estudios de Literatura en la Universidad de San Agustín (Arequipa)
y en la Sorbona. Ha publicado poemas y cuentos en varias revistas en
Europa, Estados Unidos, Canada y Latinoamérica. Ha publicado
entre otros libros : « Ecos de la Memoria »(poesía)
Editions Haravi, Lima, Pérou, 1988. « Les Vigies »(cuentos)
Editions L’Harmattan, Paris, 1997. « Voz a orillas de un río/Voix
sur les rives d'un fleuve » (poesía) Editiones Editinter,
2002. « Le jardin el l’oubli », (novela), Ediciones
L’Harmattan, 2002. « Más allá del día/Au-delà
du jour » (poemas en prosa), Editiones Editinter, 2000. "Flora
Tristan: La paria et la femme étrangère dans son oeuvre »,(Ensayo),
Ed. L'Harmattan, 2003. Voix au-delà des frontières,(Poesía),
Ed. L’Harmattan, 2003. Actualmente Reside en París y enseña
en la Universidad de Marne La Vallée.