Por Fabián Banga
El Barco, Santa Fe, Argentina, Número 3 – Semestre Nov 2002 – Abril 2003. Print
En 1963, la editorial Constancia edita una nueva edición del para aquellos tiempos agotado libro El Espiritismo en la Argentina del célebre espirita Cosme Mariño. Esta nueva edición, agrandada con más notas y referencias, continúa el hilo histórico narrativo escrito primeramente por Mariño, que va desde los orígenes del espiritismo en la Argentina en el año 1870 hasta 1924. La nueva edición se extiende hasta el año 32, haciendo minuciosa descripción de los últimos años de Mariño y de los prósperos sucesivos años de la organización. El libro no sólo es un aporte rico para entender los orígenes de este movimiento en la Argentina, sino que es una ventana a los acontecimientos culturales de la época. Es éste una muestra de una parte de nuestra historia que, salvo por algunos aislados ejemplos, ha sido prácticamente discriminada del repertorio académico. El libro relata de una forma meticulosa eventos pertinentes a este tema y el constante debate que Mariño y su grupo mantuvo con pensadores de ideas materialistas que negaban las creencias espiritas. Es más que un testimonio personal, de hecho es un ejemplo de las dinámicas presentes en los comienzos de la construcción de la intelectualidad nacional.
El espiritismo criollo en sus orígenes
La finalidad del libro es indudablemente de documentar ejemplos concretos de cómo la corriente espirita se fue desarrollando en la Argentina. Mariño abre el trabajo explicando que el espiritismo llega a la Argentina en el año 1869 o 1870 de la mano de un español, Don Justo de Espada, oriundo de Málaga (Mariño, p.8)(1). Le atribuye Mariño un profundo espíritu científico y voluntad de hacer estudios sobre el tema basados en hechos empíricos e investigación metódica.(2) Cuenta que en sus comienzos, las secciones que tenían como fin comunicarse con los espíritus tenían resultados triviales, pero poco a poco, de una forma organizada, se fueron creando centros que tenían como fin promover la doctrina espiritista y promover el estudio de estas ideas con la ayuda de personas preparadas para hacerlo. Estos primeros espiritistas, según Mariño, eran fervientes lectores de la obra de Allan Kardec, el pensador espiritista francés que, por lo que podemos ver, fue el pensador que influenció al espiritismo en la Argentina. La doctrina espiritista tomó mucho auge en sus comienzos y, según sabemos, el ambiente que los rodeaba se caracterizaba por una preocupación de mostrar que su doctrina no era una simple creencia sino que estaba basada en hechos científicos. Para el año 1885, según Mariño, ya había 8 centros en la Capital Federal, 5 centros en la provincia de Buenos Aires y 8 en el resto del país (Mariño, p.100).
Los integrantes de las filas del espiritismo según Mariño eran personas preparadas que planteaban ideas que, por lo que veremos a continuación, debatían con otros personajes de la jerga intelectual argentina de aquellos tiempos. Mariño describe detalladamente una sucesión de debates que se realizaron en los periódicos de la época entre diferentes intelectuales, algunos a favor del espiritismo y otros en contra de éste. Entre los integrantes de las primeras filas del espiritismo se encontraba un ingeniero, de nombre Rafael Hernández, hermano del escritor del Martín Fierro. Este personaje educado, de cierta importancia en la jerga de Buenos Aires(3), se entabló en un debate muy conocido en Buenos Aires alrededor del año 1884 con Alejo Payret, quien era profesor de Cursos Libres del Colegio Nacional. La situación es reseñada por Mariño de esta manera. El presidente Roca, enterado de acalorados debates que se venían llevando en revistas y diarios de la época, tales como los diarios El Sud América, La Crónica y El Orden, le pidió a Payret que diera una conferencia sobre el tema para enterarse de qué había de verdad en todas estas creencias. La conferencia se realizó y a tal asistió Mariño y Hernández. En respuesta a ésta el ingeniero Hernández propuso responderle en otra conferencia que se terminó realizando en el teatro de la ópera el 30 de octubre de 1885. El 31 de octubre(4), en el diario La Prensa, salió una nota refiriéndose al evento que dice así:
Conferencia Espiritista” Hoy á las 8 p.m. tendrá lugar en el teatro de la Opera la conferencia espiritista que dá el señor don Rafael Hernández.
La comision estará en el teatro de la una en adelante, para responder á los pedidos de localidades, y como aquellos son considerables, se ruega a los propietarios de éstas en dicho teatro, autoricen á la comision para hacer uso de las mismas, caso que no las utilicen.
Las localidades sirven á la vez de entrada.”
La Comisión (sic)(5)
Mariño comenta en su libro que asistieron a la misma tres mil personas. La conferencia se extendió desde las 10 de la noche a la una de la mañana, con un intervalo en el cual se tocó música clásica. Por lo que sabemos de las notas de Mariño, la conferencia se basó en explicar las características que sustentaban al espiritismo y por otro lado, se articuló una respuesta a la teoría materialista reinante en la época, y pareciera, era la línea a la que adhería Alejo Payret y sus jóvenes seguidores del Club El Progreso. Mariño transcribe una pregunta y replica generada por uno joven a Hernández, que agregamos aquí para ejemplificar el debate que los espiritistas tenían con los positivistas del momento:
“Señor conferenciante: Haciendo uso de la autorización que usted ha dado para hacer observaciones a su conferencia, y refiriéndome a lo que usted acaba de afirmar de que la escuela positivista de Comte y de Litré ha hecho bancarrota, me permito disentir. La escuela positivista fundada por Comte es la que actualmente predomina en el campo científico y hoy la ciencia es materialista, pese al espiritismo, que según usted, se jacta de haberla vencido.
” Hernández contestó: Debo empezar por hacer, al distinguido joven que me dirige la palabra, una observación amistosa. No existe ciencia positiva alguna que sea atea, materialista o espiritualista. La ciencia es el resultado de las investigaciones y experimentos en la naturaleza por los amantes de la verdad. Las conclusiones a que se arriba por estos estudios se llaman científicas, siempre que sean llevadas por un escrupuloso método científico. El joven a quien tengo el honor y la satisfacción de dirigirle la palabra, al afirmar que la ciencia es materialista, niega al hombre intelectual todo derecho para seguir buscando y descubriendo la verdad fuera de la materia y al mismo tiempo es declarar que el materialismo está basado en una verdad inconmovible, en un dogma irreductible.
” Contesta el joven estudiante: así es, Comte se ha basado en una verdad inconmovible…
” Sí, interrumpió Hernández, sí, efectivamente, el átomo. Esa es la verdad irreductible que predomina en la escuela positivista. Pero debo decirle al distinguido interlocutor, que son los mismos corifeos de la escuela de Comte, llamada positivista, la que se ha encargado de negar tan rotunda afirmación, declarando que el átomo es incognoscible, lo mismo que el espíritu y el concepto Dios. Comte no ha fundado nada positivo, pues el átomo que presenta como principio elemental de la materia, no se podría sujetar al examen de los sentidos y sólo se acepta como una hipótesis. Lo que en realidad Comte ha enseñado a los amantes de la ciencia, es a valerse del verdadero método científico, pero ni esto mismo es invención de Comte, pues ya mucho antes que él, el método científico lo inventaron Bacon y Descartes que son los verdaderos maestros de las ciencias modernas.
” El joven estudiante observa: Pero de todas maneras, entonces la ciencia materialista no ha hecho bancarrota.
” Si, ha hecho, contesta Hernández, pues los sabios de la escuela positivista inglesa, llamada la escuela espiritualista, Stuard Mill y Groote entre otros muchos, declaran que no es posible sostener racionalmente que se ha llegado a descubrir en una forma positiva el principio material como base de la ciencia positiva, puesto que el átomo entra en los fenómenos incognoscibles. El joven a quien contesto, debe leer a los corifeos de la ciencia positivista como Tyndale, Spencer y hasta el mismo Schopeñauer; ellos le van a informar detenidamente que el sistema positivista de Comte no tiene base científica ninguna y que no se trata de otra cosa que de una mutilada y deficiente metafísica.” (Mariño, p.96-97)
El joven que debate con Hernández pertenencia al club El progreso, una organización de señores aristócratas de la época partícipes de los últimos estudios científicos de la época.
A modo de conclusión
También el libro incluye innumerables anécdotas de casos, fenómenos y conversaciones que el autor presenció personalmente o recolectó por conversaciones con otros interesados por el tema del espiritismo. La temática que se repite insistentemente es la de ofrecer el ejemplo de un fenómeno paranormal y una explicación al fenómeno que ronda entre el preconcepto de que ciertos misterios como la existencia de fantasmas y de espíritus y la comunicación con estos es posible y de que estos espíritus actúan en nuestro mundo valiéndose de las reglas del mundo material. Para ejemplificar esta idea, cito un párrafo del texto de Mariño en donde se describe la curación por parte de unos espíritus de una niña que sufría de un mal que le impedía desarrollarse.
El hecho es que, cuando menos se pensaba, la niña arrojó de sí, por las vías naturales, un pequeño manojito de hojas de laurel atado con un hilo. Este manojito, según refirieron los espíritus, estaba alojado en el estómago desde que la niña tenía diez o doce meses de edad —a la sazón contaba alrededor de ocho años. Dijeron, además, que este mal habría sido causado, valiéndose la persona que lo hizo, de la magia negra. Preguntado el espíritu por el señor Senillosa de que si efectivamente se podía dañar a una persona por medio de magia negra, el espíritu contestó que sí que era posible, pero que no era un hecho que fuera tan fácil efectuarlo como muchos creían. Tenían que reunirse una porción de circunstancias, tanto en la persona actora como en la víctima; este hecho cuando se producía, tenía su causa y su razón de ser en las personas que en el intervenían y sobre todo que la víctima tuviera la mediumnidad suficiente para ser dañada y existieran en el pasado justos motivos para permanecer, la víctima, aislada y sin defensa de parte del mundo espiritual y del material. (Mariño, p. 64)
La lectura de estas explicaciones proponen una duda legítima: ¿Por qué esta insistente dualidad presente entre explicaciones, ejemplos e incidentes, que saltan entre un universo netamente paranormal a incidentes que responden al mundo de la medicina y ciencia convencional? ¿Por qué agregar que la niña despide un manojito que “según refirieron los espíritus, estaba alojado en el estómago desde que la niña tenía diez o doce meses de edad” sabiendo que la explicación es físicamente improbable? Y si el manojito es una referencia alegórica de un hecho netamente espiritual ¿por qué no hablar de tal situación obviando las explicaciones poco científicas y planteando el fenómeno en el campo netamente espiritual lo que lograría una eficacia mayor en su redacción e interpretación del texto? Es decir, ¿por qué explicar un fenómeno paranormal con las leyes netamente físicas? Este estilo de redacción y lógica explicativa voy a proponer que se origina por dos razones. Por un lado, son el eco del discurso reinante en el campo espiritista de la época. Si uno lee la obra de Allan Kardec (por ejemplo El Libro de los Médium o El Libro de los Espíritus) nota esta típica e inconfundible línea discursiva. Estas ideas partirán de una cosmogónica compartida por los grupos espiritas la cual estaba poblada por diferentes universos y no una dualidad de espacios distintos, el espiritual y el material.(6) Esta multiplicidad de espacios permite la lógica de basar la descripción de los fenómenos dentro de un espacio irreductible de reglas naturales que estarán asociadas con la interpretación netamente empírica y no con la abstracción del fenómeno del contexto que se presenta. Son en este contexto ideas muy cercanas a las positivistas, por irónico que esto parezca. Estas ideas enfatizaban en la metodología científica, que el positivismo opinaba que eran el único camino para llegar al conocimiento. La adquisición del conocimiento por medio de los sentidos, era también una idea compartida por el otro gran positivista de la época, el filosofo checo Ernst Mach
Otra explicación —que no contradice a la primera— es que indudablemente existía una preocupación evidente por parte de Mariño de darle a su texto un aire científico y explicativo acorde al discurso materialista y positivista del momento. Si bien Mariño fue un gran luchador en contra de este discurso materialista reinante en Buenos Aires, entendía perfectamente que un discurso que no entrara dentro de los parámetros “académicos” de la época no podía tener ningún éxito en el espacio académico. Otro ejemplo de esto es la constante realización de conferencias que tenían la finalidad de rebatir anteriores conferencias propuestas por las líneas contrarias al espiritismo. Dentro de estas líneas se encontraba la Iglesia católica, la cual se presentó monotemáticamente contraria a las ideas espiritas.
Para terminar, el trabajo de Mariño es no sólo un documento importante que nos permite saber de las “otras” propuestas presentes en los orígenes de la intelectualidad argentina a fines del siglo XIX, sino que es un documento de la lucha ininterrumpida de estos pioneros del espiritismo en la Argentina. El trabajo es también una ventana a la vida de este infatigable militante espirita que llevó sus ideas, junto a sus compañeros de lucha, hasta las últimas consecuencias. Dirá el diario La Nación en un articulos referido a su muerte: “Era, pues, entre nosotros, un caso único o poco menos, y era un caso ciertamente admirable por la fe y por la tenacidad, ya que realizaba su obra dentro de un medio sin duda poco propicio para la expansión de sus ideas.”(7) Quizás en el testimonio de esta tenacidad, se encuentre un espacio de discusión y preocupación mucho más rico y documentativo que cualquier experiencia paranormal.
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Notas
(1).- Mariño Cosme. El Espiritismo en la Argentina. Editorial “Constancia, Buenos Aires, 1963
(2).- Esta insistencia en el estudio empírico y académico de los fenómenos llegará hasta la obsesión en el trabajo de Mariño. No faltan ejemplos de fenómenos que Mariño considera supercherías. No quita esto que todo el texto esté nítidamente dedicado a proponer la causa espirita como una verdad, llegando en algunos momentos a expresiones netamente subjetivas. La insistencia en el campos académico se puede ver en la interminable descripción de conferencias, debates y ponencias, las cuales son descriptas con lujo de detalles y proponiendo lugar y día de ésta. Quizás sea todo esto, la preocupación que tenia Mariño por encausar el espiritismo más cercano a una ciencia que a una simple creencia.
(3).- Mariño en su libro se siente feliz de haber contado entre sus líneas con una persona como Hernández. Lo consideraba un buen conferencista bien preparado. “Rafael Hernández era el líder que necesitábamos en esos momentos, de cruda lucha para, por lo menos hacer que se nos escuchara, se nos respetara y no se cumplieran las amenazas que siempre llegaban a nuestros oídos de impedir toda manifestación publica que propendiera a explicar y propagar el espiritismo.
(4).- Lo que no sabemos es si la fecha está equivocada en el libro o si simplemente el diario publicó el aviso un día tarde. Sí es claro que tal evento existió y tuvo cierta repercusión.
(5).- La Prensa, 31 de octubre de 1885
(6).- “El universo comprende la infinidad de mundos que vemos y no vemos, todos seres animados e inanimados y todos los astros que se mueven en el espacio, como también los fluidos que lo llenan.” Bossero, Santiago A. El Libro de los Espíritus, selección y comentarios de la obra de Allan Kardec. Editorial Víctor Hugo, Buenos Aires, 1963, p. 26
(7).- La Nación, “Don Cosme Mariño —Su fallecimiento”. 19 de agosto de 1927